Anatema

Anatema de Cunning Angel

Título: Anatema

Autor: Cunning Angel

Editorial: novela on-line aquí

Formato: e-book / 294 págs

Año: 2011

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Mica se ha pasado toda la adolescencia con dos objetivos claros en su cabeza:

Conocer a un vampiro o en su defecto, secuestrar a Robert Pattinson... O Ian Somerhalder -lo que esté al alcance-. Un premio de consuelo bastante aceptable a su parecer.

Además, ser apodada «la friki de los vampiros» en la escuela es solo un detalle o de eso se intenta convencer. No importa que su novio la haya dejado por un balón de fútbol... en el sentido literal —ya estaba harto de su fanatismo—, ni que la mitad de la clase la mire con una mezcla entre lástima y burla, porque después de todo:

«¿Quién quiere ser normal cuando puedes ser única?»

Por supuesto, todas esas expectativas se van a la basura cuando descubre que los mordiscos pueden ser muchas cosas...

Menos dulces.

Primero que nada, el título es una clara expresión de lo que busca la novela con la historia particular que presenta.

Una novela corta que da una vuelta de tuerca a un género tan explotado como es el de las historias románticas paranormales juveniles, en este caso, con vampiros.

Cunning Angel plantea una nueva mirada que entremezcla lo clásico con lo actual, los vampiros malos y los buenos, recuperando de alguna forma las características originales de las historias de vampiros, aunque no se despegue del todo de las características que el género ha tomado actualmente.

Los protagonistas, Micaela y Nathan saben llevar adelante la acción, víctima y victimario, por decirlo de alguna forma, se encastran perfectamente y tienen unos diálogos sumamente irónicos y cargados de fuerza.

A lo largo de la historia se van desvelando muchos misterios, que tienen tanto que ver con la vida de Nathan como con la de los vampiros en general.

Anatema resulta ser, al final, una historia sorpresiva y altamente adictiva, y simplemente no se puede parar de leer hasta llegar al final.

“La dejé continuar, pero estuve realmente tentada a rodar mis ojos en más de una ocasión, sobre todo cuando insistía en lo sexy que sería sentir los colmillos de Edward Cullen atravesando su cuello. Yo había estado ahí y no había nada de sexy en que te mordieran, sobre todo en el cuello. Dolía como la puta y ni siquiera te volvías súper fuerte, no importaba lo comestible que se vieran los hermanos Salvatore en la pantalla, los vampiros no eran más que un dolor en el culo. Y en el mío, un dolor constante.” Pág. 4 “El color gris, nunca fue tan puro ni aterrador y no en un sentido malo, de hecho, en un sentido demasiado bueno… A ratos parecía que su pupila se tornaba alargada, como la de un gato, pero luego volvía a su habitual esfera y era ahí cuando yo me comenzaba a cuestionar mi cordura.” Pág. 8