¿Cómo leer un libro? por Harold Bloom
La pregunta del título puede ser respondida de varias maneras: desde un punto de vista puramente técnico o desde un punto de vista personal. Lo que llamo el punto de vista técnico tiene que ver, primero, con la comprensión del contenido semántico del libro: que significan las palabras que lo componen, esto en un nivel básico. Segundo, con la manera en la cual se descifran los mensajes supuestos o reales que lleva dentro de sí el libro que se esté leyendo. En este sentido estamos hablando de una labor de hermenéutica, de interpretación de lo que el autor del texto impreso nos quiere decir.
El otro punto de vista: el personal, es mucho más interesante. ¿Cómo lee un lector determinado un determinado libro? Aquí voy a responder esta pregunta desde mi experiencia íntima de lector. Toda mi vida he intentado comprender el mundo que me rodea a partir de la palabra impresa. Los autores de los libros han sido mis guías y maestros en el aprendizaje vital. Pero este aprendizaje ha sido siempre apuntado, apoyado por la experiencia exterior. Leo como ejercicio interior para llevar a cabo mi vida exterior. Esto hace que las lecturas que hago sean muy diversas, tan diversas como las experiencias que la vida me ha proporcionado, como diversas son las posibles interpretaciones de un determinado texto.
¿Cómo leo? Trato de tener, para usar las palabras de mi amigo y filósofo dominicano, Luis O. Brea Franco, “El asombro como actitud”. Así es como debemos enfrentar el texto, en mi opinión: de manera limpia, sin perder la capacidad de asombrarnos. Debo matizar aquí la cuestión: No creo que nos podamos desprender de las lecturas anteriores, de lo acumulado, al momento de leer, pero ello no significa que tengamos siempre que estar con el lápiz rojo en la mano, listos para el comentario, la glosa o la corrección; si debemos tener el lápiz a mano para el subrayado, para la acotación, o sea que siempre estamos en diálogo con el autor. Las lecturas previas nos van a guiar, nos van a enriquecer la lectura presente.
A veces este diálogo con el autor se vuelve antagónico, otras veces adquiere el carácter de la complicidad pero siempre estamos en relación íntima con el autor de un texto. Leer un libro es asistir a una ceremonia impúdica en la cual reinventamos siempre el texto, lo hacemos nuevo cada vez que posamos nuestros ojos en él. Leer “100 Años de Soledad” a los 13 no es lo mismo que leerlo a los 33 y no será lo mismo que leerlo a los 53. De esta relación entre autor y lector va a surgir, eventualmente, algo totalmente diferente, un libro nuevo para cada lector.
¿Cómo leer un libro? Respondería que con un lápiz a mano, el corazón y la mente abiertos y el “asombro como actitud”, así siempre seremos conducidos por caminos, que si a primera vista nos parecen familiares, siempre serán nuevos e impredecibles, al tiempo que cambiamos el significado o la intención de cada libro, de cada autor, a quienes dotamos de nuestras propias características y como recompensa final, aliviaremos nuestra soledad.
1 aleteos:
Muy interesante
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